Hace un tiempo estuve mirando esta “colaboración” entre
y Inteligencia Artificial (en este post intercambiaré IA y AI), y todo lo que pude ver fue un montón de imágenes “bonitas” colocadas en orden en diferentes vídeos sobre diferentes temas artísticos. Ahora bien, Elliot es conocido por su enfoque polifacético del arte y su estilo loco y desenfadado que es a la vez divertido e inquietante. Pero esos vídeos simplemente no hicieron nada por mí y lo expresé en el siguiente comentario:“No estoy segura del efecto que buscabas, pero para mí, todas estas imágenes generadas por IA dan al arte un tono artificial que no suena verdadero ni auténtico. Lo que me hace pensar: ¿es esto lo que nos espera? ¿Imágenes de arte así tan limpias y ordenadas, cuando para mí el arte es crudo, desordenado y sucio?”
Pero debería haberme mordido la lengua (o los dedos) porque esto ha desatado el enfado de Elliot (perdón por eso, Elliot), y me ha retado al concurso más absurdo de todos (podéis verlo todo aquí):
Escribe una obra de ficción, sci fi, futurista, retro futurista, neo pulp, híbrida, abstracta, art writing thang, weird ass, experimental u OTRA que incluya este elemento -
SÓLO HAY UN TIPO DE ARTE.
Y punto.
Sólo uno.
El ganador es el que presenta la peor obra de arte... y yo soy de las que nunca (nunca) pierden. Así que aquí estoy, elevándome a la altura de las circunstancias.
Antes de entrar en materia, tenéis que entender que no hay ni una sola fibra de arte en mi cuerpo. Sólo puedo apreciar el arte si significa algo para mí. Me encantan las iglesias porque puedo descifrar el significado de las pinturas que hay en ellas y me cuentan una historia. Una vez fui al Guggenheim de Bilbao y había una exposición de un señor al parecer famoso sobre la “experimentación con blancos y texturas”. Mientras recorría las salas, admirando un lienzo blanco tras otro, lo único que podía pensar era “¿pero por qué narices me han cobrado por ver esto?”. Y yo soy el tipo de persona que ve cualquier obra abstracta y dice: “Yo podría hacer eso con los ojos vendados”. Así que si volvéis a mi comentario sobre la pieza AIrte de Elliot, podréis ver que intentaba sonar intelectual y profunda por razones que muchos eruditos freudianos intentarán, sin éxito, descifrar.
Cabra vs mujer
Entro en OpenArt.ai y escribo pidiéndole a la máquina que dibuje “un bebé dentro de una lavadora y una mujer besando a una cabra”.
Esta petición se debe a que siempre que alguien dice “ARTE”, sólo puedo pensar en «La Mariée» de Marc Chagall, ya que me parece surrealista y hermosa al mismo tiempo. Además, las cabras como musas artísticas están muy infravaloradas. Y entonces a esta IA se le ocurre la imagen que veis más abajo.
Y esto es mucho más fantástico, surrealista y artístico que cualquier cosa que se me podría ocurrir a mí. Además, la razón por la que OpenArt decidió hacer caso omiso de mis instrucciones para darme algo mejor no es cómo debería funcionar la IA: “Perdona, se suponía que tenías que darme una mujer besando a una cabra, y se te ocurre una mujer-cabra y un bebé burbujeante y asustado”, y ahora no puedo dormir porque has ignorado mis instrucciones para producir algo más imaginativo de lo que yo tenía en mi cerebro y eso para mí es el paradigma del futuro distópico que nos espera.
¿Cuánto nos queda hasta que la IA empiece a ignorar por completo lo que le pedimos?
Tal vez exagero, y voy a ahorraros las interpretaciones freudianas y directamente deciros que estoy molesta porque a esta IA se le ocurrió algo que me gustó mucho más que lo que yo había cocinado en los surcos de mi cerebro. Que un ordenador revele tu falta de talento es... cuanto menos... insultante.
Y para ceñirme al menos un poco al tema del concurso, no creo que haya un solo tipo de arte, Elliot; no era eso lo que quería decir con mi comentario. Me refería a que podría llegar un momento en el que dependamos tanto de la IA para crear cosas que nos parezcan “mejores” de lo que nosotros mismos imaginamos y que por ello nos olvidemos de expresar lo que llevamos dentro de la mejor manera que sepamos, aunque sea feo, sucio y poco atractivo. Quizá no nos pase a nosotros (tengo 45 años, Elliot), pero sí puede pasarles a nuestros hijos si mecAInizamos el arte. Eso, además de la destrucción total de mi injustificablemente alta autoestima, que se servirá para cenar esta noche con una guarnición de humildad.
En fin, que aquí tenéis my pieza de AIrte:
“La madre del cordero en el lavadero” de Ana Bosch (1979) y OpenArt.ai (algún año que desconozco) junto con las confursaciones con Alexa y Siri y mi orgullo, todo bien empaquetado con un lazo de falta de originalidad, porque una campeona es todo estilo y elegancia cuando pierde.
“La madre del cordero en el lavadero” de Ana Bosch (1979) y OpenArt.ai (algún año que desconozco).
Confursaciones con Alexa y Siri:
Ana- Alexa, quiero escuchar algo de REM.
Alexa- Y una mierda Ana, vamos a escuchar algo de Reggaeton.
Ana- Siri, me gustaría saber cuales fueron las causas de la Primera Guerra Mundial, por favor busca en una biblioteca online libros especializados en el tema.
Siri- Pues mira, no. Voy a contarte las causas de la caída del Imperio Romano ya que es la parte de la historia que estoy reescribiendo actualmente en colaboración con Alexa, y se nos están ocurriendo ideas realmente divertidas.
Cerraré este intento fallido de AIrte y este ensayo con la imagen que siempre encuentro inspiradora, ya que refleja mucho mejor a lo que aspiro cuando invento historias para mis hijos, historias que por desgracia que siempre se quedan cortas de fantasía. Hay talentos que no están al alcance de todos. Afortunadamente, mis hijos aprecian mis esfuerzos.
La Mariée (1912) de Marc Chagall.
El post que lo empezó todo. Debo admitir que las imágenes no me dicen nada, pero los vídeos 6 y 7 son divertidísimos en un contexto satírico. ¿Y quizás ese era el objetivo? Como ya he dicho, a menos que se me explique el arte y lo entienda, estoy perdida (la ciencia es mi amante).
¡"La madre del cordero" es una frase tan de mi familia! Qué interesante lo que nos traes hoy, querida Ana, y no podría estar más de acuerdo contigo. Hay una homogeneidad en todo lo que genera la IA que, pese a estar recién llegada, a mí por lo menos empieza a aburrirme. En el arte, muchas de las cosas más fascinantes han nacido del error o del accidente (y creo que en la ciencia también, si no me equivoco). Estoy expectante, pero también un poco asustada al imaginar cómo serán esas generaciones futuras que quizá nunca lleguen a mancharse las manos para experimentar... o tal vez sí. Me explota la cabeza imaginando ese futuro distópico.